Anoche fue especial. Sentí el amor tan cerca, que tuve miedo
de que fuera un sueño, tan solo un lindo sueño. Pero era real, me abrazó, me
besó, y me susurró al oído con una voz muy dulce, muy tierna. Me dijo “llegué
para siempre”, y le creí.
Así llega a nuestras vidas, en el momento menos esperado, en
el justo instante cuando casi dejábamos de creer en él, y nos toca tan profundo
que deja huellas eternas en nuestros corazones.
Se convierte en nuestro mejor amigo, amante, compañero de
fiestas y también de tristezas, cómplice de largas madrugadas, de domingos
aburridos, y amaneceres “tempestuosos”, de esos en los que un solo roce te
invita al placer.
Y descubres que no importan las barreras, solo lo que
sientes dentro de tu alma. Es esa sensación de que no estás solo, esos latidos
de tu corazón que te hacen ver la vida de un modo único, diferente.
Así es el amor, el verdadero. Invade nuestras vidas y nos
ilumina. Es la mirada cómplice que abraza ilusiones, por el que reímos y hasta
lloramos de felicidad.
Hay quienes preguntan ¿qué es el amor? Pero es difícil de
explicarlo, porque cuando lo sientes, no hay palabras, no hay manera de
describirlo con exactitud. Es un sentimiento que nos revela que algo maravilloso
nos ha llegado, sin boleto de regreso.
Es la magia que nos hace soñar. Soñar que sonríes sin
importar paisajes, ni meses ni años, porque estamos ahí, esperando que nos diga
una vez más te amo, sin horarios ni pretextos.
Porque un solo beso nos llena de felicidad, y no hay
distancias, solo amor día tras día. Y nos abrazamos, y nos tomamos de la mano, nos
entregamos en cuerpo y alma.
Siempre es un buen momento para expresar un Te Amo, Te
Quiero, pero este 14 de febrero es especial para decirle que las noches son
cada vez más frías y los días pasan lentos cuando no está a nuestro lado y
buscamos en cada rincón, en cada palabra, en cada suspiro, una huella de su
amor.
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