miércoles, 27 de noviembre de 2013



Mariana en el corazón de los cubanos
LILIET MORENO SALAS

Cuando se habla de amor, disciplina, humildad, arrojo; cuando se pronuncia la palabra madre, indiscutiblemente recordamos a Mariana Grajales Coello, cubanísima y santiaguera, quien educó una tropa de titanes.          
“Es la mujer que más ha conmovido mi corazón”, escribió José Martí cuando conoció la noticia de su muerte el 27 de noviembre de 1893, en Kingston, Jamaica.
Y es que Doña Mariana, madre de los Maceo y de los cubanos, no solo hizo jurar a sus hijos que lucharían por la libertad y los ofreció a la causa redentora, ella fue su principal ejemplo al tomar los trillos de la manigua.
Durante la guerra trasladaba armas, arreglaba la ropa de los mambises, y trabajó en los hospitales del Ejército Libertador, convirtiéndose, además, en la consejera de los desanimados, prodigando amor,  transmitiendo fe y optimismo en la victoria.
Pero también sufrió con valentía los avatares de la vida en trinchera, donde vio morir a su esposo Marcos Maceo y a algunos de sus hijos.
De esta etapa es la conocida anécdota referida por el Apóstol en su artículo La madre de los Maceo, cuando llevan a su hijo Antonio mal herido, y ante el llanto de las otras mujeres exclamó, ¡“Fuera, fuera faldas de aquí”! ¡No aguanto lágrimas!...Y a Marcos, le dijo "¡Y tú, empínate, porque ya es hora de que te vayas al campamento!".
Solo alguien de su estirpe, demuestra en un momento tan doloroso para una madre, la fortaleza de sus ideales, la entrega total y el amor a una causa.
A 120 años de su muerte, los cubanos recuerdan y honran a la mulata que hasta el último momento de su vida, soñó con la independencia de Cuba.
Hoy, precisamente cuando se cumple otro aniversario de su fallecimiento, los santiagueros asistieron al cementerio de Santa Ifigenia, donde descansan sus restos, a rendirle sentido homenaje.


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